Seguí caminando, mis pies me llevaron lejos, nunca imaginé la distancia que podía recorrer con solo seguir caminando.
En el camino me tope con rocas que amenazaban con detener mi paseo, pero algunas de ellas no tuve más que rodearlas, con otras, tuve la necesidad de saltarlas y montarlas, pero ninguna de ellas pudo detener el camino que ya había comenzado.
Por el sendero se aparecían cada vez árboles diferentes, hojas brillantes que gritaban y llamaban la atención de mis ojos, otras estimulaban mi olfato con sus olores exquisitos perfumando el camino que dejaba detrás de mi. Había también árboles que cargaban flores que ellos mismos producían, las había de todos los colores y en tonalidades distintas, dependiendo su edad, pero a mi, en realidad, siempre me gusto más el verde.
Llegué a un lugar distinto, tuve que pisar con cuidado en los canales libres para no pisar las plantas que se comen.
Entre las rocas, las serpientes asoleaban los diseños de sus pieles, tuve miedo, pero ellas no podían hacerme daño si no les daba yo primero una razón, fui cautelosa en mi paso en ocasiones, en otras tantas olvidaba la prudencia, pero aún así, la suerte estaba de mi lado y no me crucé con ninguna de ellas.
Al final del camino, estaba ya muy cansada, pero pensar todo lo que había recorrido, lo que había visto durante ese camino, cuantas veces tu imagen me permitió seguir.... me hizo sonreír.
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